viernes, 27 de marzo de 2020

MI TEMOR AL RESPIRADOR ARTIFICIAL


 Por qué temo a un respirador artificial?


Por las condiciones que me ha tocado vivir, he tenido algunas experiencias a nivel clínico que me han marcado. Esto es lo que siempre digo: “No las quiero volver a repetir jamás en mi vida!”: La clínica!

Porque como me refiero en mis charlas, la clínica es como un monstruo de tres cabezas que me persigue por todos lados y al que le tengo mucho miedo…!

Hoy en día es diferente, porque gracias a la misericordia de Dios y a mis maravillosos  médicos y ángeles de la guarda, los Doctores Fernando Arias @drfernandoarias, Dr. Hernán Carranza @hernancarranzai y Dr. Juan Guillermo Santacruz, he tenido mejor salud que nunca. Pero es cierto que uno es el dueño de sus propios miedos y uno de mis mayores es EL RESPIRADOR ARTIFICIAL. Tal vez en la actualidad toda la experiencia de la clínica, a la que no he vuelto, sería diferente y vivible porque se lo ofrezco a Dios, pero no me gustaría! Y entre otras, porque le tengo pánico al Respirador Artificial!

Pero quise hablar de esto hoy, si bien, porque espero que logre llevar algo de conciencia, para aquellas personas que no hayan sufrido nunca un evento médico más allá de una simple gripe, lo cual es una gran bendición a quien le haya pasado!



Sentir que la salud se pierde, que no se es nada cuando la salud falta. Sin salud no hay nada!
Lo que se vive dentro de las paredes frías de una clínica, tras el paso de los segundos, sintiendo cómo los médicos, en algunas ocasiones, hacen su mayor esfuerzo para salvarlo a uno, pero muchas veces los esfuerzos son vanos. Te sientes como lo peor, como si no contaras para nada, eres alguien inválido, casi no te puedes ni mover por ti mismo. Estás confinado obligatoriamente…! Te vuelves casi como un náufrago en medio del gran océano, sin conseguir lo tan anhelado: que restablezcan tu salud.

En mis varias cirugías fuertes que me hicieron en el pasado, (y espero atinar con esto de que sea solo tema del pasado…), de casi todas ellas salí conectado a un “RESPIRADOR ARTIFICIAL. Por la complicación de la cirugía, y en ocasiones, porque varias veces tuvieron que recoger mis pulmones para poder entrar hasta el lugar que debían llegar, y posteriormente volverlos a “Desarrugar” y tratar de darles fuerza y movimiento de forma artificial, ya que yo, en mi condición y mi inconciencia no era capaz de hacerlo.

Aquí se me presenta una duda que nunca he resuelto y quisiera preguntarle a un médico, para aclararme, si en cada ocasión que uno tiene respirador artificial, debe estar en condición de inconsciencia? Anestesia general, dormido y punto!

Y por qué?

Simplemente porque creo yo, con mi gran ignorancia en el tema, que soportar esta situación es casi imposible y absolutamente incómoda, por tanto toca afrontar ese estado de convalecencia de manera inconsciente.

Pero volviendo al tema de mi experiencia que me causó una gran impresión y que jamás olvidaré, en la cirugía de Octubre del año 2012, cuando el Dr. Arias extrajo de mi interior múltiples lesiones focalizadas entre el estómago y el esófago, salí a recuperación a la Unidad de Cuidados Intensivos intubado con un aparatoso instrumento dentro de mi boca, el cual tallaba muy fuerte mi garganta y mi esófago, manteniendo mi cara y cuello en posición casi vertical al cuerpo, para facilitar la estancia de dichos tubos en mi interior y lamentablemente, para mi fastidio, yo me desperté…

Supongo que fue algo que no debía pasar, pues me parecía verdaderamente insoportable lo que sentí en esos momentos que nunca olvidaré.

Abrí los ojos y me di cuenta, dentro de lo poco que podía comprender, que a mi lado derecho tenía un aparato, el cual, como un abanico, subía y bajaba, y que a su ritmo, a mis entrañas, introducía aire que me mantenía vivo!

Bendito Dios que estaba conectado a este aparato en un momento en el cual yo era incapaz hasta de sostener mi propia alma. Creo que ella estaba adherida a mi, por obra y gracias Divinas, pero yo en el fondo, sentía que no valía nada. Era lo último que me quedaba.

No podía subir la cabeza, ni voltearla a la izquierda ni a la derecha. Tampoco bajarla.  Era como si fuera un maniquí acostado, atravesado por una gruesa varilla que sostenía mi débil estructura. Lo poco que podía realizar era un pequeño movimiento con los ojos, y con el tímido pero angustioso sonido que salía de mi boca, la cual estaba invadida por aparatos de gran grosor, un tenue y desesperado grito de auxilio salió de mi interior.

Quería llamar la atención de la enfermera que me cuidaba. Que me auxiliara y me quitara este suplicio por el cual atravesaba angustiado!

Logré con mucho esfuerzo, tras golpear con algo de firmeza las barandas de mi cama de hospital, la cual me protegía por lado y lado para supuestamente no caer al piso, pero estos límites que me ponía mi UCI, me ayudaron para hacer el ruido necesario que mi enfermera necesitaba escuchar para acudir a mi llamado. La señorita, un poco cansada y malhumorada, me miró y se dio cuenta de mi insoportable incomodidad. Yo  inquieto no aguantaba más. Estaba en las peores condiciones y eso, sumado a mi impaciencia de aquellos tiempos, hacía sentirme terrible! No quería estar allí!

Sentía que la cantidad de aire que entraba a mi cuerpo era escaso; necesitaba más… Esto quería hacerle entender a mi ayudante pero no lo logré.

Ella pensó que yo estaba inquieto y no me puso mucha atención. Confiaba en sus máquinas, pero no tenía en cuenta mis sentimientos. Me dejó allí por un rato, afortunadamente y gracias a Dios no fueron más de diez minutos, los cuales parecieron 24 horas pero sin respirador y en la más grande incomodidad.

En ese instante  decidieron volverme a dormir. Inyectaron algún medicamento por las mangueras que accedían directamente mis venas y en cuestión de segundos, afortunadamente cerré los ojos, para no sentir nada más…

Volví a mi estado de inconciencia.

Esto lo agradecí por siempre! Pasé el momento más incómodo y desagradable de mi vida, pues nunca, pero realmente nunca, he podido olvidar esta experiencia en las salas de UCI donde me han cuidado con tanto esmero y a quienes debo mi vida! Médicos y enfermeras de Dios! Que esta sea una pequeña ocasión para agradecerles y mandarles mi admiración y amor profundo por lo que hacen por nosotros! Héroes de verdad!

****** + *******

Dada a la enfermedad que Dios me ha regalado hace 24 años y que puede atacar los diferentes órganos del cuerpo, siempre he tenido temor especial, conociendo lo que son los dolores en cualquier parte de mi integridad, pero no quisiera que lleguen nunca a  mis pulmones. Los cuido mucho! Por esta experiencia y otras más que algún día les contaré, aprendí a valorarlos y dejé de fumar por siempre hace tanto tiempo.

Desde pequeño también padecí de Asma y he sentido de distintas maneras, lo que se siente cuando el oxígeno le falta al cuerpo, al alma; a la vida. Nunca quiero ser conectado a un respirador. Fue algo que me marcó para siempre…!

***-***

Por favor, cuídate! No salgas a la calle… Mantén tu Cuarentena, Ofrécela como tu Cuaresma! Hay mucho que aprender en casa.

Quédate resguardado! Ya vendrá el tiempo de recuperarlo todo; tus actividades y tus labores. Pero por ahora, te comparto esto para que si no lo sabes, mejor te cuides de caer en la lamentable situación de que te conecten a una máquina, de la cual debes depender para poder respirar, y eso, en caso de que haya una disponible!


Quédate en casa! Hoy por ti, pero también por los tuyos que tanto amas…
Pero también, además por mi y por nosotros! Por todos! Por aquellos y por los otros; por la vida y por Colombia!

Salgámonos de nosotros mismos, para ir hacia el otro! Esta es la gran bendición que nos invita el día a día de hoy… Y por algo será! Los planes de Dios son perfecto!

¡#EntreTodosHacemosMás !

#AhoraoNunca, ya que hoy todavía tenemos tiempo de hacerlo, no salgas a la calle. Cuídate y cuida a uno más!

Dios nos bendiga!