La situación es así:
Mi hígado ha crecido en proporciones desmesuradas, a tal punto, que presiona los otros órganos con los que comparte espacio.
El Hígado como tal, está estable, en cuanto a la enfermedad se refiere, pero tiene un tamaño que se ha desbordado del normal, tanto que los otros órganos a su alrededor están muy presionados. No cuentan con espacio suficiente para su libre funcionamiento.
Por tal motivo, cada vez se es más difícil la función alimenticia. Al interior, todo me molesta, pues se siente una gran congestión.
Se vuelve difícil ofrecerle al cuerpo los nutrientes necesarios, y bajo ese aspecto, se ponen en riesgo muchas situaciones de vida.
Esto genera varios inconvenientes. Entre otros, el estómago, el cual ha sido intervenido en varias ocasiones, se encuentra muy arrinconado en el abdomen. Esto produce que cualquier ingesta de alimentos, así sea poca, agua o sólido, produzcan una incómoda sensación de llenura.
El cuerpo no tolera las cantidades habituales de comida. Y yo, al mismo tiempo, me estreso más y más con esta situación, pues se me ha vuelto normal pensar de manera negativa sobre cómo será el futuro… Tan solo encuentro tranquilidad y paz al pensar que todo, como siempre, ha estado y está en las manos de Dios.
He perdido mucho peso. Aproximadamente me encuentro en 50 kilos, muy por debajo del promedio que siempre mantuve, cercano a los 80 Kgs., incluídos los peores momentos de cirugía.
Cada día me encuentro más delgado y más débil. Cada día me alimento con menos cantidad de nutrientes, y cada día me siento más cansado y agotado, porque no alcanzan a llegar las proteínas que necesita mi cuerpo.
Poco a poco voy llegando a niveles de desnutrición, que se percibe en procesos físicos básicos, como dormir, descansar, caminar, etc. Pero es mucho más preocupante cuando el cuerpo debe reaccionar ante un proceso de choque, como cuando se me presentó una quemadura de segundo grado en el muslo de mi pierna derecha hace un par de meses. La recuperación fue muy lenta.
El proceso de cicatrización ha sido tardío, como también están lentos otros procesos vitales. Me cuesta mucho trabajo conciliar el sueño naturalmente. Por esto, el intento de recuperarme de un agitado día, se me dificulta profundamente, pues no consigo descansar adecuadamente.
En cuanto a la calidad de vida, esta se ha desmejorado notablemente, debido a que siempre estoy con la sensación de malestar, cada día más intenso.
La sensación de llenura es insoportable y permanente. Siento que mi intestino está lleno de aire, produciendo un profundo desgaste, pues no dejo de pensar… ¿Y cómo será mañana…?
El estómago se encuentra ascendido, es decir, se encuentra localizado en la parte alta del abdomen, muy cerca de la base del corazón. Por debajo de las costillas. Quedó así como consecuencia de las primeras cirugías donde tuvieron que recortar tamaños considerables de estómago y también de esófago.
Por estar tan cerca del corazón, los alimento que pasan lentamente, producen gran agitación y taquicardia, y esto a su vez, un constante agotamiento físico.
Los alimentos permanecen un espacio de tiempo prolongado, debido a la lentitud del aparato digestivo. Esto claramente conlleva a la sensación de malestar.
Y mientras todo esto evoluciona de esta manera, por mi mente pasan infinidad de pensamientos, algunos mejores que otros, pero siempre sabiendo que encuentro un descanso y un propósito en El que me Sostiene la Vida. Dios.
Paralelamente, se van formando ideas en mi cabeza que no dejo de pensar y repensar.
Y es en ese momento cuando desahogo mis frustraciones, compartiéndolas y tratando de sacarlas a la vida para que de alguna manera sean redimidos mis males. No dejo de pensar por qué nadie en mi temprana edad, durante mi vida útil laboralmente hablando y cuando se veía truncada por la enfermedad, cuando el cáncer avizoraba un futuro difícil e incierto, nadie me aconsejara solicitar una pensión por invalidez.
En épocas en las que mi cuerpo tenía más vitalidad, bien me hubiera venido aplicar para quedar cubierto por una pensión de invalidez, la cual, seguramente en un principio, no habría aplicado, pero si con el paso del tiempo, por una enfermedad que me ha venido produciendo una incapacidad inobjetable. Por aquellas épocas conocí a alguien quién con un diagnóstico parecido, logró obtener una pensión por invalidez y así darle más tranquilidad a los requerimientos de su vida.
Hoy en día, cuando las cosas han pasado, cuando el cuerpo se siente agotado de luchar, cuando se van frenando las capacidades físicas, sigo luchando y esperando para cumplir la edad adecuada y poder aplicar a mi pensión, en esta ocasión, por vejez. Pero esto será, si Dios lo permite, a los 62 años de edad, es decir, dentro de aproximadamente 11 años más, momento en el cual solo Dios sabe si estaré presente…
Escribiendo logro, de alguna manera, enfrentar mis demonios. Este es el lugar donde mueren las tristezas y nacen nuevas esperanzas; donde todo cobra un sentido. Donde nacen nuevas alternativas, nuevas comunicaciones. Donde puedo encontrar respuestas, que se dan generosamente de los demás. Es el lugar donde nacen también nuevas aventuras, y donde cobra sentido todo en mi vida. En el universo de las ideas y las palabras, donde solo yo, y todos los que felizmente para mí, intervienen, dan vida a un nuevo universo. Un universo de ideas que solo cada uno es capaz de crear a la altura de sus pensamientos.
Son épocas difíciles. Hemos sobrevivido a una pandemia que ha cobrado muchas vidas y que no pasó sin darnos un buen aviso. Hemos sobrevivido a las inclemencias del cambio, del paso del tiempo; del envejecimiento del cuerpo, del deterioro para un hígado que sufre con tanto medicamento, y sin embargo, seguimos aquí gracias a la misericordia y la Voluntad de Dios. Solo ÉL sabe qué más queda por vivir, qué más falta por atravesar en este camino, pero lo único que anhelo tener fortalecido y firme, en pie de ánimo, es mi fe. Mi deseo de estar cada día más cerca de Dios y buscarlo sin cansancio, para algún día llegar a su presencia.
Mientras tanto seguiremos intentando seguir sembrando ese amor y solucionando los sucesos de cada día. Como cuando Dios permita obtener mi pensión. Serán años, días inolvidables, y todo acompañado siempre con el ánimo de ir sembrando semillas, para que algún día madure la cosecha de nuestras vidas. Tan solo vivo por eso. Con ese ánimo, con esa intención.
Los frutos venideros!